Arte Egipcio

Mientras que en la Europa atlántica se desarrollaban las tipologías que hemos comentado anteriormente, en el Próximo Oriente, concretamente en las orillas de los grandes ríos, el gran desarrollo de la agricultura tuvo como consecuencia y mejor alimentación de la población y como consecuencia un fuerte crecimiento demográfico, que propiciaron la

Vista del Río Nilo

Vista del Río Nilo

aparición de importantísimos asentamientos urbanos alrededor de los ríos Tigris, Éufrates, Nilo, Indo, Ganges. Estas grandes concentraciones humanas llevaban aparejada un fuerte desarrollo social, basado en una estructura que garantizara el orden y que propiciara el cumplimiento de diversas tareas. Este concepto fue denominado por Gordon Childe como “Revolución Urbana”, surgiendo alrededor del IV milenio a.C. las primeras civilizaciones urbanas controladas por un fuerte organización política. Una de ellas fue Egipto.

La civilización egipcia se desarrolló en una estrecha franja a lo largo del Valle del Nilo, desde su desembocadura hasta casi su nacimiento. Esta civilización destaca por su extrema originalidad pero a la vez una fuerte organización política que permitía derivar personas para la construcción de ingentes obras como las pirámides y para trabajar en la agricultura. Además poseían unas creencias religiosas muy arraigadas y que dominaban todas las facetas del antiguo Egipto.

Mapa de Egipto

Mapa de Egipto

El poder político egipcio recaía en las manos del faraón, además del poder religioso, el civil, el administrativo y el militar, pero además era considera un dios vivo y como tal era venerado. Esta característica es muy importante para comprender el arte egipcio y da muestra de la importancia que tenía la religión en este país. El pueblo egipcia creía en una vida del más allá a la que todo hombre iba después de la muerte siempre y cuando cumpliera unos preceptos y sobre todo, si era capaz de conservar su cuerpo para que pudiera resucitar en el otro mundo. Si esto era esencial para cualquier egipcio, para el faraón era mucho más que primordial y de ahí la práctica de ritos de momificación, la construcción de imponentes tumbas y la presencia de rico ajuar funerario en todas ellas.

Por lo tanto, nos encontramos con un arte que va a estar al servicio una civilización teocrática en la cual convergían tanto los poderes terrenales como los espirituales, y si tenemos en cuenta que el faraón es un dios en la tierra, el arte egipcio tendrá un marcado carácter áulico ya que estará siempre al servicio del poder.

El arte egipcio se desarrolló durante una amplia horquilla temporal que va desde el 3100 a.C. aproximadamente hasta el 30 a. C, momento en que Roma conquistó el país. Durante este largo periodo de tiempo la estructura social y política egipcia, se mantuvo casi inalterada, siendo muy leves o casi inapreciables las influencias exteriores. Esto es debido a que Egipto se encuentra rodeado de desierto y tan solo en una estrecha y fértil  franja a lo largo del rio Nilo se concentra la población. Esta peculiaridad geográfica ha mantenido al pueblo egipcio alejado de incursiones e invasiones.

El gran rio Nilo es el eje canalizador del país determinando su geografía física como ya se ha comentado. Así, encontramos el Egipto del Norte, donde el Nilo desemboca sus aguas hacia el Mediterráneo en un gran delta, y el Egipto del Sur, donde su corriente crea un profundo valle a través de las arenas del desierto. En las marismas del norte crece el papiro, emblema floral de la región, mientras que en el sur lo hace el loto, también símbolo del lugar.

Pero el Nilo es además el principal canal de comunicación para las gentes de Egipto. Sus calmadas aguas y su anchura permitían el paso sosegado ypapiro antiguo fluido de las embarcaciones y el desarrollo del comercio local y estatal. Pero también, el rio Nilo era la frontera entre el mundo de los vivos y de los muertos. De esta forma observamos como los asentamientos y poblados se situaban en la margen derecha, mientras que las tumbas lo hacían en la orilla izquierda. Por la derecha, el este sale el Sol, mientras que por el oeste se pone, en clara alusión al ocaso de esta vida. Pero por si fuera poco el Nilo era el benefactor de todas las cosas, ya que otorgaba la prosperidad agraria y por lo tanto alimenticia a los egipcios. La crecida anual era loada por los habitantes, y sus alabanzas se cantaban en himnos y odas. Todo este carácter cíclico de las aguas y del Sol contribuyó a la fijación de la creencia de una vida posterior, en la cual el Faraón era el guardián del orden y la paz, la abundancia y la justica y el que abre las puertas a sus súbditos en la otra vida. Por este motivo, cuando moría era venerado con grandes construcciones y estatuas colosales.
a)    Arquitectura

La arquitectura egipcia presenta una serie de características generales. En primer lugar se trata de una arquitectura alquitarada. A pesar de que los egipcios conocían la  bóveda será la línea recta va a dominar todo su horizonte vital. En cuanto a los materiales hay que indicar que se usaba el adobe para las viviendas civiles, de ahí que no queden restos de ellas, mientras que el sillar de piedra era usado para los edificios religiosos y funerarios. El egipcio usaba como soporte la columna cuyos capitales representaban la flor de papiro, el loto, la palmera y la diosa Hathor. De aquí proviene su denominación de papiriforme, lotiforme, palmiforme y hathorica.

Sin lugar a dudas la arquitectura funeraria es la más importante, y dentro de ella la protagonista son las pirámides. Aunque existen otros tipos de tipologías constructivas. La más primitiva de todas ellas serán las mastabas. Las mastabas comenzaron a construirse en el periodo Tinita o protodinástico  (3100-2686 a.C.). El termino Mastaba fue acuñado por el arqueólogo Auguste Mariette y proviene de un vocablo árabe que significa “banco”, en clara alusión al parecido que guardan con las asientos de ladrillo adosados a las actuales viviendas árabes. Efectivamente, una mastaba es una tumba sencilla, de forma tronco-piramidal en la que se pueden diferenciar varias partes. La primera de ella es el pozo, galería que desciende hasta la cámara funeraria. En este lugar se depositaba el sarcófago del difunto. A nivel del suelo se construía una capilla en las cual se colocan las ofrendas además de una falsa puerta, normalmente decorada con el retrato del muerto e inscripciones con sus títulos que permitiría la salida y entrada del alma con libertad. Hay que señalar que los egipcios creían que una de las partes de las que se componía el cuerpo humano, el “Ba”, siempre permanecía en el interior del enterramiento, mientras que la parte espiritual, el alma o “Ka” alcanzaba el más allá. Las exequias eran ofrecidas a la parte material, mientras que a la espiritual se le abría la puerta en la fachada, la cual siempre miraba a oriente,  permitiéndosele así su viaje estelar.

Será a partir del Imperio Antiguo (2686-2500) cuando surjan las primeras pirámides. Las pirámides eran consideradas rayos de luz petrificados que permitían el ascenso del faraón hacia los cielos y así reunirse con el resto de dioses. Las primeras pirámides eran escalonadas y se construían a base de colocar mastabas una encima de otra de mayor a menor, después fueron acodadas y finalmente regulares.

Etimológicamente, el termino pirámide proviene del griego “pyramis” debido a su parecido geométrico con un pastel de harina de trigo muy consumido en la Antigua Grecia. Los egipcios no utilizaron este vocablo, ni incluso otro parecido ya que, por ejemplo, a la Pirámide de Keops, la llamaban “El Horizonte de Keops”, a la de Kefrén la llamaban “Grande es Kefrén”,  y a la de Mykerinos la denominaban “Divino es Mykerinos”.

En relación a las pirámides existe una amplia simbología que demos tratar. Así, para muchos egiptólogos estas colosales construcciones de piedra fueron realizadas como consecuencia del pulso espiritual que los faraones tenían con el Sol. Para los egipcios el Sol era el señor de la Creación  además del primer rey del linaje divino y por lo tanto, precedente de las dinastías humanas. Para los egipcios el espirito protector que acompañaba a  todo ser humano era trasmitido por el Sol. De esta forma, los faraones trataban de contrarrestar la pérdida de poder en beneficio del astro rey construyendo pirámides, las cuales rivalizaban con el Sol. Sin embargo, los faraones terminarían siendo vencidos y la moda de construir pirámides concluiría durante el Imperio Nuevo (1554-1080 a. C.).

La primera pirámide construida en piedra es la conocida “Pirámide de Zoser” (2668-2649 a.C), en la región desértica de Sakkara. Estructuralmente consta de seis mastabas puestas una encima de otra. Podemos encontrar similitudes estructurales con los zigurats mesopotámicos o las pagodas orientales. En egipcio el creador de este sistema fue Imhotep. Político y artista, poseía innumerables títulos con el de Canciller del Rey, Administrador de la gran mansión, Gran Sacerdote de Heliópolis o Escultor o Carpintero Jefe. Su fama fue tal que con el paso del tiempo fue deificado siendo patrono de escriba y médicos.

Dentro de la transición hacia la pirámide regular, encontramos la “Piramide Acodada de Snefru”  (2613-2589 a.C.), en Dashur. Esta pirámide es de grandísimas proporciones midiendo 186 m. de base por 101 metros de altura.

Las pirámides regulares son las señaladas anteriormente de Keops (2589-2566 a.C.), la de Kefrén (2558-2532 a.C.) y la de Mykerinos (2532-2504 a.C.), todas ellas sobre la meseta de Giza. La más impresionante de todas ellas es la Gran Pirámide de Keops. Posee 230 m. de lado y el estudio de sus características es consustancial a todos estos edificios. Se haya situada en lo que podemos llamar un complejo ceremonial. Este complejo se inicia en el templo del valle, a orillas del rio Nilo. Este es el primer lugar donde se recibía a la momia del faraón, que llegaba en barca. La procesión fúnebre proseguía por una avenida o calzada que desemboca en un templo funerario situado en la cara oriental de la pirámide. En este lugar era donde se dispensaban las ofrendas al cadáver y se realizaban las funciones de culto permanente al magnánimo rey.

La pirámide fue manda construir por Keops al arquitecto Hemiunu. Uno de los principales problemas a los que debió enfrentarse este arquitecto fue a los numerosos saqueos que se estaban produciendo en las tumbas y por lo tanto tuvo que idear distintas medidas de seguridad, las cuales consistían en construir distintas cámaras en el interior de la pirámide. En un primer momento se pensó en enterrar al faraón bajo tierra, pero el proyecto se alteró y se habilito una cámara en el entresuelo de la pirámide. Sin embargo, esta sala se dejó para la reina (cámara de la reina)  y se construyó otra galería que desembocaba en la cámara del rey, donde descansaría el cuerpo del faraón.

Recientemente, diversas investigaciones han propiciado el descubrimiento de nuevos pasillos y habitaciones. Uno de ellos es un pasadizo que sale de la cámara de la reina y que esta alineado con la estrella Sirio (Isis), que junto al que sale de la Cámara del Rey, el cual está alineado con la constelación Orión (Osiris), explican, según el egiptólogo Faulkner, que el fin último de esta construcción es ayudar al faraón a ascender a los cielos. Además, el descubrimiento de estos pasadizos parecen dar la razón al “Papiro Westcar”, en el cual se explica como Keops ocupó todo su tiempo en tratar de encontrar el número de cámaras secretas del Santurario de Thot (Dios de la escritura y la sabiduría), para construir los mismos en su pirámide.

Si atendemos a lo que nos cuenta Herodoto, las obras de la pirámide duraron 20 años y en ellas colaboraron desde artistas especializados hasta las gentes del pueblo en número de más de mil obreros, e incluso, en la pirámide aparece grabado cuando se gastó el faraón en rábanos, cebollas y ajos para los obreros: mil seiscientos talentos de plata.

A pesar de los intentos de Keops y de los otros faraones para que sus tumbas no fueran saqueadas y profanadas, todas estas medidas no surgieron efectos y el egipcio debió inventarse nuevos sistemas de enterramiento que propiciaran la seguridad. De esta forma comenzaron a imponerse los hipogeos, sepulcros excavados en las laderas de las montañas. Durante el Imperio Nuevo (1554-1080 a.C.) se trasladó la capital desde Menfis a Tebas, zona rica en acantilados que permitió que aquí se instalase la triple metrópoli del Valle de los Reyes, Valle de las Reinas y Valle de los Nobles. En este lugar encontramos el mayor número de hipogeos, sin embargo la seguridad siguió estando en entredicho, a pesar de que se encontró la tumba de Tut Anj Amon, el faraón Tutankamon, sin desvalijar.

Estructuralmente, estos hipogeos eran semejantes. Así en todos ellos encontramos una o varias cámaras de oración, cámaras falsas, pasillos de comunicación y finalmente la estancia funeraria, en la cual se colocaba el cuerpo momificado.

Todas estas creencias funerarias que hemos ido relatando tienen una amplia base religiosa. La religión, que es el centro de la vida egipcia, sustentaba y  difundía las distintas creencias sobre el más allá y sobre la vida mística. El epicentro religioso se encontraba en los Templos. Como ya hemos señalado los primeros templos surgen ligados a los complejos funerarios como lugar de culto y exequias. Durante el Imperio Medio, el templo se “independizaría” y comenzó a surgir como un edificio autónomo llegando a su esplendor durante el Imperio Nuevo gracias a las aportaciones de dinastías de faraones como los Amenófis, los Tutmosis y Ramésidas.

En general los templos egipcios del Imperio Nuevo poseen una serie de características comunes. Así, encontramos que están precedidos por una avenida de esfinges o carneros que llegaban hasta la puerta principal y en cuyo final, en algunas ocasiones encontramos un obelisco. La fachada principal del templo se compone de dos grandes pilonos, que son muros de forma troncopiramidal, en los que a veces, encontramos adosados figuras sedentes del faraón o de la deidad a la que va dedicada el templo. También se le colgaban banderolas, en las cuales se erigía el ideograma del dios en escritura jeroglífica egipcia.

Dentro del recinto sagrado se disponían de forma longitudinal distintas estancias que iban desde el patio, lugar destinado al pueblo y en el que se realizaban distintas ceremonias, pasando por varias salas hipóstilas, destinadas al uso de los sacerdotes, las cuales comunicaban con las capillas, lugar en el que se encontraba la baca de Osiris y la imagen del dios titular. En esta última cámara se abría una tronera para dejar paso a la luz que caía sobre la imagen del dios. Otra característica muy llamativa de estos edificios es la disminución progresiva de la altura en las diferentes instancias. De esta forma, cuando llegamos al lugar más sagrado encontrábamos un ambiente muy adecuado para el recogimiento y la oración.

Sin embargo, esta tipología general que hemos descrito, se circunscribe para los templos al aire libre. En este sentido, debemos tener en cuenta que se produjo una evolución hacia otras tipologías. Una de ellas presenta la mitad del edificio al aire libre excavándose las salas interiores (hipóstilas y capillas) en la roca. A esta variante se la denomina semi-speo. Por su parte, la otra variante consiste en excavar todo el templo en la roca y se denomina speo. Los speos y semi-speos eran templos funerarios y fueron concebidos para cobijar en su interior a las momias del faraón y se esposa, como los dos de Abu Simbel, construidos para Ramses II y Nefertari.

El speo dedicado a Ramses II en Abu Simbel, recoge todos los conocimientos arquitectónicos del Imperio Nuevo. Su fachada está orientada hacia el este, pero esta orientación fue tan precisa, que el 20 de octubre y el 20 de febrero, la luz penetraba hacia el interior durante más de 60 metros iluminando a las imagines titulares. Las fechas coinciden con el Peret, o comienzo de la germinación de las cosechas en las orillas del Nilo, y con el Shemu, inicio de la recolección.  En cuanto a los semi-speos el de más importancia es el Templo de la Reina Hatshepsut en Deir el Bahari, única mujer que reino como faraón en Egipto.

En cuanto a los templos al aire libre los más importantes son los que encontramos en Luxor y Carnac, muy cercanos a Tebas. Estos templos estuvieron dedicados al dios Amon y fueron mandados construir por Amenophis  IV (1403-1365 a.C).

No podemos concluir este apartado sin hacer alguna referencia al papel de los arquitectos en la civilización egipcia. El arquitecto egipcio pertenecía a la alta sociedad. Algunos como Imhotep o Ineni son ejemplos de vidas acomodadas y pudientes, así como de reconocimiento social y estatal. Imhotep fue el encargado de realizar el complejo funerario de Saqqara, para Zoser, mientras que Ineni fue arquitecto con Tutmosis, quien trato de evitar a toda costa los saqueos de tumbas y encargo a Ineni el diseño del primer hipogeo.

b)    Escultura.

En relación al estudio de la escultura debemos partir de la base de como todo en Egipto, también la escultura estaba ligada a las creencias religiosas y funerarias. La mayor parte de la plástica egipcia iba destinada al interior de las tumbas y templos. En estos lugares las paredes se recubrían con impresionantes relieves narrativos y en las cámaras funerarias se colocaban estatuas del difunto. Esto es muy importante ya que la religión egipcia entendía que el cuerpo debía preservarse para la vida futura, de ahí los ritos de momificación y la realización de esculturas. Estas esculturas plasmaban el cuerpo del difunto, pero de forma y manera que su esencia no pudiera ser destruida si se destruían las representaciones. Es por esto que la escultura egipcia representaba lo esencial del ser humano, y no hacia referencias a valores individuales. Si las pinturas o las esculturas se destruían, no desaparecían los rasgos físicos del difunto, ya que estos no se plasmaban ahí. Sin embargo, esta regla no se cumplía al cien por cien, y nos encontramos con casos muy significativos en los cuales, la verdadera esencia de la persona aparece plasmada en la escultura rompiendo esta tendencia idealista.

Desde un punto de vista formal, los egipcios tenían un canon de belleza ideal, convirtiéndolos en precursores de los griegos. En este canon sintetizarían tres conceptos fundamentales: La armonía de las proporciones, la ley de frontalidad y la visión rectilínea.  En relación a la armonía de las proporciones hay que señalar que para los egipcios la belleza radicaba en un razonamiento deductivo propio del rigor matemático, proceso que le permitía (a la belleza) hacerse visible. Para ello, utilizaron un canon de proporciones basado en el puño humano como unidad base. De esta forma, el cuerpo humano, para que fuera perfecto debía medir 18 puños, los cuales se distribuían 2 para el rostro incluido el cuello, 10 hasta las rodillas y 6 para las piernas y los pies. De esta forma, el hombre era bello si su altura se ceñía a estas medidas.

En cuanto a la ley de frontalidad hay que decir que esta consiste en la representación en línea recta tanto de las caderas como de los hombros. De esta forma se podía dividir la figura en dos mitades simétricas e iguales siguiendo un eje central, que en muchos casos incluso se solapaban.

Finalmente, en cuanto a la visión rectilínea hay que indicar que se usaba principalmente para el relieve y la pintura. Los egipcios estructuraban sus representaciones pictóricas y de relieve en función a cuatro puntos de vista. El primero de ellos es el frontal, después el dorsal y finalmente los dos laterales. De esta forma, la imagen se componía despiezada para ser compuesta con posterioridad como si de un puzle se tratara, composición que siempre se llevaba a cabo por el punto de vista más representativo. El resultado era un plano en el cual quedaban insertados de perfil, las extremidades y la cabeza mientras que de frente lo hacían el ojo y el tórax.

Hay que indicar igualmente, que estas reglas o medidas se mantuvieron vigentes durante más de 3000 años, aunque es posible distinguir algunos periodos de paréntesis como el periodo del reinado de Amenofis IV (1365-1349 a. C), momento de la implantación del culto monoteísta al dios Sol Poniente o Atón. En este periodo encontramos  como la plástica egipcia se compone de figuras más alargadas en las cuales prima un carácter más naturalista.

En relación a la temática  hay que indicar que predominaban los temas relacionados con la representación del poder, tanto en representaciones del faraón como de los distintos dioses, aunque en muchísimas ocasiones encontramos altos dignatarios de la sociedad egipcia. En este sentido la escultura egipcia se llena de elementos identificativos del rango social, apareciendo bastones faraónicos, tiaras, faldellines e incluso diferentes pelucas que permitían la identificación del cargo desempeñado por el sujeto.

Por otro lado hay que indicar que los rostros no suelen reflejar los rasgos de la persona representada, aunque existen algunas excepciones, como ocurre en la representación de cargos poco importantes apareciendo estas figuras realizadas con mucho más realismo.  Esta peculiaridad, permite la identificación del representado a través de los mensajes escritos que se añadían en las basas o en la propia figura.

Los materiales usados en la escultura egipcia fueron variados, encontrando principalmente aquellos de gran dureza como la piedra, en sus distintas variedades de granito, porfirio o basalto… aunque también encontramos esculturas realizadas en madera o terracota. En muchos casos encontramos que las esculturas aparecen policromadas usándose tonalidades claras para las mujeres y oscuras para los hombres.

Veamos cómo fue evolucionando la plástica egipcia a lo largo del tiempo:

Durante las primeras dinastías encontramos alternancia de trabajos que van desde las pequeñas figurillas en marfil hasta imponente colosos realizados en piedra. Habrá que esperar a la IV dinastía para encontrar una escultura más desarrollada. Es un momento en el que se suele trabajar mediante cabezas de sustitución, es decir, se realizaban cuerpos en serie a los cuales se le añadía la cabeza con sus peculiaridades. Sin embargo encontramos algunos ejemplos que se salen de lo predefinido como son la talla de Cheik-el-Beled, también denominada “El Alcalde” y “El Escriba Sentado”. El primero de ellos es claro exponente de las características explicadas anteriormente, aunque en él se observa un atisbo de intentar representar a la persona tal y como fue en vida.  Por su parte, el Escriba se somete a un diseño geométrico  basado en una serie de planos y cilindros que se ensamblan, a la vez que es una fuente histórica excepcional que nos habla de una sociedad muy burocratizada como la egipcia.

Otro de los grandes grupos de este periodo Antiguo es la denominada “Triada de Mykerinos” (2535-2504 a. C.). Realizada en pizarra se representa al faraón Mykerinos acompañado de la diosa Hathor y del nomo de Kynopolis. El canon de las 18 cabezas, y la ley de frontalidad someten la escena al rigor geométrico propio de la plástica que estamos estudiando. Otras representaciones del Imperio Antiguo son la propia “Esfinge de Ghiza” en la cual se representa a Kefrén metamorfeado o la estatua de “Zozer Entronizado”, la cual sirvió de modelo para la realización de la “estatua sedente de Kefren” (2558-2532 a.C). Esta obra es considerada por los egiptólogos como la representación de la apoteosis de la majestad en el Antiguo Egipcio. Se representa al faraón sentado en el trono, en el cual Horus, el halcón divino, antepasado de la realeza despliega sus alas sobre la cabeza de Kefren en claro ejemplo de legitimidad del faraón. El trono está decorado con flores de loto y papiro atadas. Ambas simbolizan un Egipto unificado bajo el mando del faraón. Igualmente también aparecen el nemes o pañuelo real, la barba postiza y la cobra erguida en la frente o “ureus” con cuyo aliento venenoso protege al faraón de su enemigos. Todos ellos son símbolos del poder del faraón.

Poco después del 2000 a. C, finaliza el llamado Primer Periodo Intermedio después de que Mentuhotep unificara de nuevo el país bajo su mandato. Ahora la capital se traslada a Tebas lugar donde se asienta la X Dinastía. En este periodo observamos un arte mucho más cercano a la cotidianidad del día a día, y ahora pueden percibirse, aunque muy disimuladamente algunas expresiones y sentimientos, como ocurre con los retratos de “Sesostris III” en los cuales se puede apreciar el paso de la edad. De esta forma la estatuaria va abandonando la rigidez de ultratumba para ir renaciendo a los designios de la vida. Sin embargo durante la XIII dinastía se produce un retroceso hacia el academicismo y la frialdad.

Durante el Imperio Nuevo encontramos un curioso paréntesis protagonizado por la Dinastía XVIII en general y por el mandato de Amenofis IV en particular. En este momento se produce un cisma religioso configurándose una realidad monoteísta con culto único al Dios Sol Poniente, o disco crepuscular de Aton, hecho que llevó al faraón a cambiar el nombre su nombre familiar de Amenhotep a Akhenaton que significa “el horizonte de Athón”. En este momento se rompería con la hegemonía del dios Amón, fundándose una nueva capital llamada Tell el-Amarna, lugar desde donde se canalizaría el nuevo culto solar.

Con tales cambios es lógico que la plástica también cambiara. En este sentido encontramos con las figuras se van alargando y son mucho más naturalistas, adquiriendo las escultura una mayor dulzura (manierismo de Amarna). Se produce también una renovación temática y técnica como consecuencia de la nueva sensibilidad. Un clarísimo ejemplo es el “Retrato de la Reina Nefertiti” (1350 a.C,). Nefertiti, que significa “la bella ha llegado”, era la mujer principal de Amenofis IV. En este retrato observamos plenamente como se ha instaurado una nueva plástica, plástica que por otro lado la acercan a nuestra modernidad, como se observa en su bello y esbelto cuello de cisne o sus mentones pronunciados. Lo mismo ocurre con el maquillaje, muy actual y en la tersura de su cutis. El retrato fue descubierto por el egiptólogo  Borchardt en 1912. El retrato se encontraba en las dependencias del escultor-jefe de Tell el-amarna, llamado Tutmés.

Este periodo cismático terminaría con la llegada al trono del Rey niño Tutankhamon el cual vuelve a instaurar la hegemonía de Amon, y cuya tumba se ha descubierto intacta gracias al as investigaciones de Howard Carter y lord Carnavon. La pieza más importante encontrada fue la máscara del faraón realizada en oro macizo, con incrustaciones de lapislázuli.

Con los Ramésidas, la escultura vuelve a su formato original de rigidez y colosalismo, formato, que aunque nunca olvidado vuelve a resurgir con fuerza como consecuencia de los ideales imperialista de este momento. El ejemplo más claro son las Estatuas de Abu-Simbel.

RELIEVE Y PUNTURA

En cuanto al relieve y a la pintura debemos señalar que al igual que la estatuaria de bulto redondo, tenía una función espiritual y religiosa, ya que servía para plasmar la vida del difunto y que fuere referencia de ésta en el más allá. Todo ello, igualmente impregnado de ese intento de alcanzar la cualidad de lo inmutable, que permitiera la permanencia durante el paso del tiempo.

En estas escenas se aprecia una representación de la realidad pero siempre desde la mejor perspectiva, aunque ésto supusiera una modificación del enfoque. En este sentido, si el artista imaginaba un paisaje, por ejemplo un lago, este se representaba desde arriba para que se apreciara mejor su forma, aunque la vegetación se colocaba frontalmente, para que se pudieran apreciar los tipos de árboles, las plantas etc. Es la llamada visión rectilínea que ya hemos explicado anteriormente. Además encontramos en relieves y pinturas otros convencionalismos, ya vistos para el bulto redondo, como son el color claro para la figura femenina y más oscuro para la masculina, la perspectiva jerárquica, el carácter explicativo…

En relación a estos convencionalismos, repetidos a largo de más de 3000 años, es posible plantear un debate en relación a si estas manifestaciones fueron realizadas por artistas o más bien por talleres artesanales. Hay que indicar que el uso de todos estos modelos bien definidos garantizaba la calidad de la ejecución, valorándose más este aspecto que el propiamente creativo. Hay que indicar que para los egipcios la concepción de artista como nosotros la concebimos hoy día no existía. Así, los escultores eran meros artesanos a los que sólo se les requería un buen conocimiento y manejo de la técnica, que le permitiera alcanzar su objetivo con eficacia. Las pinturas y esculturas se realizaban en talleres cercanos a los centros funerarios o religiosos, en ellos trabajaban distintas generaciones de una misma familia, siendo los conocimientos transmitido de padres a hijos. En este sentido, títulos como el de “Jefe de los pintores de Amón”, fueron propiedad exclusiva de una misma familia de generación en generación.La temática es bastante homogénea, representándose principalmente al monarca en fiestas, en campañas militares, expediciones al extranjero, y en asuntos religiosos y del mas allá. Las personas anónimas se representan en relatos de acontecimientos de la vida cotidiana.

De los primeros momentos de la civilización egipcia podemos citar diversas paletas, mazas, mangos de cuchillos etc., de entre las cuales destacan la “Paleta de Narmer, la “La Paleta de Menes”, y el “Cuchillo de Gebel el-Arak”. En todas ellas el artista ha sabido disponer en un espacio reducido las distintas escenas. Otra paleta muy interesante es la que actualmente se encuentra en el Museo Británico, llamada “Paleta de los Cazadores”, en la cual aparece representado un León, que es la encarnación del poder real, aplastando a sus enemigos en la batalla. Otra pieza de singular valor es la “Maza del Rey Escorpión”, la cual nos muestra al faraón de pie, con un una azada en la mano.

Durante el imperio Antiguo, hubo una ingente producción de relieves planos y discretos, cuya finalidad es meramente narrativa o explicativa, ya que vemos como se funden con la escritura en un solo elemento, permitiendo al pueblo conocer los diversos acontecimientos que van sucediendo. Se sabe que se esculpieron más de 10000 metros cuadrados de relieves, aunque hasta nosotros sólo han llegado unos 150. De este periodo son muy interesantes las muestras de las tumbas de los cortesanos de Menfis. Uno de los relieves más interesantes es el del “Honrado ante su Señor, Ti”, el cual, pese a ser peluquero real alcanzó la potestad de administrar la tumba del rey. Este relieve se encuentra en una de las Mastabas de Saqqara, en la cual existe otro relieve de “Ti Cazando un Hipopotamo”.

Dentro de este periodo hay que destacar el “Relieve de Zoser” de la tumba meridional de Saqqara. En este relieve se representa al monarca tomando parte en la carrera del Hebsed (fiesta de la sed) y acompañado de emblemas y mensajes de buen augurio. Otro relieve es el “Relieve de la vida Pastoril” en el cual aparece un grupo de carneros conducidos sobre tierras de labor para que las fertilicen. Los pastores son los nobles, lo cual nos indica como la alta sociedad formaba parte de las tareas agrícolas, ya que en ellas se basaba su riqueza, aspecto este propio de las primeras sociedades fluviales. Muy interesante es la llamada “Puerta Falsa de Ika” mediante la cual, los difuntos, si lo desean pueden ponerse en contacto con el mundo de los vivos a través de esta puerta. El dintel aparece decorado  con la escena del banquete. Esta realizada en madera, lo cual es excepcional para creaciones de este tipo.

Durante la transición del Imperio Antiguo al Imperio Medio, se van a producir escenas de carácter funerario en mayor número que en el periodo anterior. Ejemplos reseñables son los relieves de las “puertas falsas de la Mastaba de Dendera” en a cuales se esculpe al difunto acompañado de su esposa, portando cetro y vara, y sentado delante de una mesa con alimentos. Estas figuras son estéticamente más toscas que las anteriores, lo cual no quiere decir que la calidad artística haya disminuido. En este sentido los “Relieves de la Tumba de Senbi”, son de una gran calidad plástica, al igual que los Relieves de Gebelen”,en los cuales se representa a Mentuhotep conmemorando sus triunfos militares. Concretamente agarra y golpea a un egipcio, un nubio, un asiático y un libio, en clara alusión a lo que será la nueva unificación del País.

El periodo tebano nos ha dejado innumerables muestras de relieves de variados temas. Son muy destacables los “Relieves de Seti”, especialmente el que aparece tocado por la corona del Bajo Egipcio y en compañía de su hijo Ramses II. Del periodo de Tell el Amarna destacan los relieves de Amenofis IV en escenas familiares, aunque hay que destacar el de “Akhenatón recibiendo los rayos del sol junto a su mujer y sus hijos” (1365-1346 a.C.). “El Pilar de Sesostris I”, fue realizado en piedra caliza, y tiene más de cuatro metros de altura. Sus cuatros frentes se decoran con temas relacionados con la acogida que los dioses egipcios del momento: Amó de Tebas, Ptah de Menfis, Horus de Edfú y Atum de Heliopolis. También de este periodo son muy reseñables los “Relieves del Hipogeo de Sisenput”.

Durante el Periodo Nuevo hay que destacar los relieves de templo de Luxor. Muy destacable es la escena de “La fiesta de Opet” que anualmente se celebraba en agasajo del Emperador. Otro relieve en el mismo templo es el “Obelisco de granito rosa”, que se encuentra delante del mismo, y en el que se pueden leer escenas relativas a las proezas de Ramses II. El relieve de los Reyes del Punt”,  representa los distintos viajes que desde época inmemorial el pueblo egipcio ha realizado a esta zona (sur y este de egipcio), en busca de mercancías preciosas, como incienso, oro, marfil, ébano etc. En él aparece el rey de Somalia, junto a su esposa, recibiendo a las autoridades egipcias. El relieve se encuentra en el Hipogeo de la Reina Hatshepshup en Deir el-Bahari. Otra obra digna de mención son los relives del “Pilono de Tutmes III”. En él se representa al faraón en actitud de crueldad, ya que está sacrificando a unos prisioneros con su maza mientras Amón contempla la escena. Otros relieves de este periodo son “La estela de Amenofis III”, “El Retrato de Akhenatón” o “El Arpista Ciego”,  sin olvidar la famosísima Piedra Roseta”, la cual contiene el texto del decreto de Ptolomeo Epifanes acerca de los templos y los dioses y cuyo desciframiento nos ha permito comprender la escritura jeroglífica.

En relación a la pintura hay que indicar que ésta sigo los mismos convencionalismos que la escultura y que ya se han comentado anteriormente. Sin embargo y debido a su carácter más perecedero siempre se le ha dado menor importancia, siempre en complementación con los relieves escultóricos. Pero esto solo ocurrió durante las primeras dinastías, constatándose una revalorización de la pintura a partir del Imperio Nuevo, momento en que todas las tumbas del Valle de los Reyes se llenan de pinturas desplazando en muchos casos al relieve.

La pintura egipcia rememora constantemente las ilustraciones del Libro de los Muertos. Pintura plasmada mediante la técnica del fresco, se compone mediante contornos nítidos y colores intensos y contrastados, en los que predominan los ocres sobre fondo amarillo, los rojos sobre fondo azul etc. Además en esta pintura se constata un verdadero amor a la naturaleza apareciendo constantemente hojas, espigas, peces, pájaros, animales domésticos etc., en lo que es un autentica recreación de un oasis. Las escenas de vida cotidiana, como fiestas, cultos, recolección de alimentos etc. Formalmente responde a las preceptos señalados para el relieve, constatándose una huida de cualquier intento de plasmar la profundidad, ya que las imágenes se yuxtaponen a un plano o bien se superponen en varios  niveles en vertical

Pero quizás la diferencia más notable con el relieve es que la pintura egipcia es un arte para la vida. Las escenas de caza, de danza, de fiestas con músicos, de pesca, de magníficos ritos cortesanos y todo el bullicio de una sociedad que disfruta se pintan con el único fin de que el difunto goce en la otra vida de todos los placeres y bellezas de esta.

Como ya se ha dicho anteriormente, la explosión de la pintura se produce durante el Imperio Nuevo, lo cual no quiere decir que en los periodos anteriores no existiera la pintura. Quizás uno de los ejemplo más reseñables son las llamadas “Ocas de Meidum”, de gran belleza y simplicidad naturalista, las cuales adquieren verdadero protagonismo a pesar de aparecer subordinadas al relieve.

Las “Pinturas de la Tumba de Nebamón, realizadas durante el Imperio Nuevo son un dechado de refinamiento y buen gusto. Nebamón era el superintendente de los graneros del faraón Tutmes III. Dentro de la variedad de pinturas de esta tumba podemos destacar la denominada “El Ostrakon de la Bailarina” donde se hace un verdadero alarde de dominio del dibujo. Igualmente las “Bailarinas y Músicas” de la misma tumba, en las que se aprecia una gran elegancia en las figuras, además de una sutil intensidad cromática, acompañado de un suave dinamismo apreciado en los rostros, los cuales son concebidos de frente ayudando a dar vida a una composición plana. También en la Tumba de Nebamón encontramos la pintura llamada “Caceria de Patos Salvajes” en la cual aparece el difunto acompañado de su familia cazando patos sobre una balsa en el rio Nilo. La escena aparece rodeada de toda la fauna salvaje del rio, distinguiéndose una gran variedad de peces y pájaros. Otra excepcional pintura de las tumbas tebanas es la denominada “El Pequeño Boyero”, en la cual el artista supo dotar a la escena de un ondulante ritmo, impulsado por la elegante gracia del brazo extendido que orienta la manada de bueyes a que continúe su discurrir. 

En el Valle de las Reinas debemos destacar las “Pinturas de la Tumba de Nefertari”. Como ya hemos indicado la vida de ultratumba era considerada como una extensión de la vida cotidiana, sobre todo de sus mejores placeres. Por lo tanto la tumba debía procurar que el difunto se encontrara todo lo que iba a necesitar, es decir, la comida, el vestido, sus alhajas etc. Esta tumba es un magnífico ejemplo de esta creencia. Esta tumba es la más rica y de más grandes dimensiones de toda la necrópolis tebana. Dentro de ella hay que destacar las pinturas de la cámara de las ofrendas en las que se representan las peticiones de Nefertari a los dioses sobre lo que va a necesitar en el otro mundo o las ofrendas que la reina hace a Osiris. Pero especialmente destacable es la escena de “Nefertari ante el tablero de senet” (juego similar al ajedrez), la cual podía parecer una muestra de actividad lúdica cuando en realidad es un símbolo, ya que el juego del senet, representa una vuelta a la vida.